QUIÉNES SOMOS

Hacemos parte de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica creada por nuestro Señor Jesucristo. Somos una Iglesia Católica Anglicana Tradicional, totalmente carismática reformada, sacramental y litúrgica.

Somos misioneros Anglicanos sin fronteras.

Hacemos parte de la Federación de Iglesias Católicas, Apostólicas Independientes - FICAI (Resolución 1621 del 07 de octubre de 2019)

Nuestra iglesia se define como Anglo-Católica, Ortodoxa y Carismática. Creemos que la Iglesia debe ser Bíblica, Católica, Apostólica, Litúrgica, Adoradora, Ordenada y que recibe la Tradición de la Iglesia Indivisa del primer milenio, compilada en los Siete Concilios Ecuménicos y los Credos Apostólicos y Niceno-Constantinopolitano.

Estamos plenamente identificados con las tradiciones históricas de anglicanismo, la eclesiología y la espiritualidad del cristianismo celta de los primeros siglos de la era cristiana.

Creemos en el valor de la oración y la infalibilidad de las Sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Practicamos un estilo de culto litúrgico, inspirado en el Libro de Oración Común, con énfasis en los sacramentos de la Eucaristía (Cena del Señor) y el bautismo en el agua.

Según la Biblia rechazamos la práctica homosexual y la ordenación de homosexuales al sacerdocio y no celebramos "matrimonios" entre personas del mismo sexo. Estamos en contra del aborto y en favor de la fidelidad monógama heterosexual en el matrimonio. Enseñamos la moderación en todas las áreas que puedan poner en peligro la salud, la seguridad y la reputación de los que fueron creados a imagen y semejanza de Dios.

Nuestra fe se basa en tres criterios básicos:

  1. La Sagrada Escritura,
  2. la Tradición Eclesiástica
  3. la Razón.

El entendimiento de la Razón como criterio de fe y ética en el anglicanismo, se ha visto ampliado no sólo a los logros de la ciencia, sino a la experiencia cotidiana y al sentido común de las personas y comunidades, que se enfrentan día a día a la vida, en actitud de fe.

Los fundamentos doctrinales de nuestra Iglesia, estan expresados en el llamado Cuadrilátero Chicago-Lambeth, que son cuatro elementos de la fe cristiana, basados en un texto del siglo V conocido como Commonitorium, de San Vicente de Lerins: Id teneamus, quod ubique, quod semper, quod ab omnibus creditum est; hoc est et enim vere proprieque catholicum ("Debe tenerse como propiamente católico aquello que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos"), a saber:

  1. La Biblia, o las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos, como base de la fe cristiana.
  2. Los Credos Apostólico y Niceno, como resúmenes suficientes de la fe contenida en la Escritura.
  3. Los Sacramentos del Bautismo y la Eucaristía, como medios indispensables, externos y sensibles (instituidos por Cristo), como medios de la Gracia de Dios, que es interna y espiritual. Esta jerarquización no elimina los otros cinco sacramentos tradicionales (Penitencia, Confirmación, Matrimonio, Ordenación y Unción de los enfermos) que, instituidos por la Iglesia con la autoridad de Cristo, se añaden a los dos primeros.
  4. La Sucesión apostólica, expresado en una triple jerarquía de ministros ordenados: Obispos, Presbíteros y Diáconos, quienes sirven y capacitan a los Laicos bautizados, en la obra de testificar a Cristo en su Pasión, Muerte y Resurrección.

Estos cuatro elementos se comprenderían a la luz de la tríada: Escritura, Tradición y Razón, que sirven como triple criterio para discernir la fe y la ética del cristiano.

Estos cuatro elementos establecen para nuestra Iglesia un orden de prioridades en las costumbres y tradiciones eclesiásticas, así, la Bendita Virgen María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, es reconocida como "Bendita entre las Mujeres", "Bienaventurada por todas las generaciones", y se le otorga una veneración más o menos intensa, no obstante, jamás compite con la adoración que sólo se tributa a Dios: al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.

Entre nosotros no existe una veneración de santos propiamente dicha; antes bien, en la medida en que la Iglesia, como Pueblo de Dios, es Santa, todos sus miembros bautizados lo son, no por sus merecimientos morales, sino en virtud de su vocación. Sin embargo, nuestra Iglesia honra a Dios y le da gracias «por la Gracia depositada en sus santos, que han sido luces del mundo en su propia generación»; de esta manera, es posible honrar, dentro de la liturgia a los bautizados que han sido héroes de la fe (santos).

                                                   Rvdmo. Rosendo Usuga Higuita...                                            
Representante Legal de la Iglesia Universal Apostolica Anglicana

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